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martes, 21 de enero de 2014

La importancia de comprender a nuestros hijos

Una vez más, 40 madres y padres del colegio asistieron a una amena charla, esta vez sobre las diferentes etapas de la infancia y sus particulares enfoques a la hora de tratar los problemas.

Es difícil acertar cuando se es padre, al tratar de abordar los miedos, ansiedades e inseguridades de nuestros hijos.  Cada niño es un individuo diferenciado y tendemos a influir en ellos más de lo que muchos creemos. Aprenden por imitación. Son pequeñas esponjas, que desde el minuto uno de vida adquieren de nosotros todo lo que estemos dispuestos a darles.

En cada edad, la mentalidad del infante es diferente y por ello debe ser tratado distintamente en cada rango de su infancia. Distingamos dichos rangos.

Lactancia (De 0 a 2 años) 
La Doctora Soria, Ponente de la charla, resaltó por encima de todos los rangos de edad el periodo de 0 a 4 años, que comienza con la lactancia.
En los primeros días de vida (aunque ya antes pueden notar las variaciones de ánimo maternos), los bebés son lienzos en blanco que han sufrido un cambio en lo que hasta ahora conocían como vida. De estar seguros y tranquilos en el vientre materno, son expulsados al exterior, "obligados" a respirar y alimentarse y carecen por completo de lo que llamamos sentimientos o afectos. Son estos días, en los que la madre y el padre proceden a enseñar el primero de ellos: la vinculación.
Durante el primer mes de vida, es el olor de la madre lo único que el bebe puede percibir como conocido ya que no reconocen visualmente de momento y es lo que le ayudará a establecer vínculos posteriores cuando su vista empiece a desarrollarse.
Posteriormente, y hasta los 18 meses aproximadamente, los niños carecen del entendimiento necesario para procesar razonamientos adultos, pero aprenden por imitación. Es el momento en el que ellos pueden adquirir hábitos al tener que valerse por si mismos y resolver necesidades o adaptarse a diversos problemas menores que se encuentren. La autonomía empieza a desarrollarse ahora y hasta los 24 meses, se afianza la independencia y el sentimiento de identidad propia.
Esto conlleva una madurez, que permite el aprendizaje de normas básicas que madre y padre deben establecer de forma conjunta. Esto sienta las bases de la infancia del niño y es probablemente, el punto más importante de su educación.
El final de la lactancia también marca el inicio de lo que se denomina "capacidad de frustración". Dicha capacidad, se resume en que el niño debe ver que cada acto erróneo tiene sus consecuencias y en ocasiones no obtendrá lo que desea siempre. Es el momento de comprender, que las normas básicas de convivencia en el hogar deben ser acatadas y respetadas.

Preescolar (De 2 a 6 años)
Es el momento en el que el niño aprende a razonar. hasta ahora por mucho que los padres intentemos hacer entender algo, para ellos solo existirá la causa y el efecto. Si hago "X" papá o mamá se enfadan, o se quedan conmigo, o están alegres... a partir de los dos años esto cambia. Son capaces de razonar y entender el porqué de las cosas. Es el momento de aprender a socializar y sobre todo de ayudarles a superar todos los obstáculos que la vida tiene. A partir de los 2 años, lo que para un adulto es algo habitual, para un niño es un miedo enorme. Todo es un reto nuevo y si para los padres, ciertos cambios en la vida producen desazón, mucho más para un pequeño preescolar.

Escolar (De 6 a 11 años)
A partir de esta edad, los conflictos, miedos y fobias que persisten ya pueden ser tratados de forma más adulta. Muchos de ellos son subsanables, pero los "peligrosos" puede que tengan que ser tratados por profesionales. Si durante la infancia, como padres, se han "sembrado" una serie de normas y han ayudado a la superación de conflictos, a partir de los 6 años y hasta la adolescencia, se recogerán los resultados positivos.

Los Miedos
El desasosiego es un sentimiento común a la raza humana. Todos lo hemos sentido alguna vez, pero para un niño, todo miedo es nuevo. Para eso los padres deben crear un ejemplo de ayuda y protección.
La ansiedad es uno de los grandes males que un niño puede sufrir y que de no ser detectado a tiempo, puede causar trastornos mayores. Llamamos ansiedad a los miedos generales, persistentes y desconocidos, que en los niños se representan con dolores de estómago o malestar real. Ante la pregunta de "¿Qué te pasa, hijo mío?" el niño no sabe ni responder ni exteriorizar su aflicción. Aquí entra en juego la mano izquierda de los progenitores, su conocimiento del pequeño, para saber darle ese pilar de ayuda y protección antes mencionado.
Cuando los miedos tienen "Nombre", es decir se identifican, son más fáciles de solucionar.
El miedo a la oscuridad por ejemplo, se asocia a lo desconocido, a la ausencia de los seres queridos, a la soledad. Y la solución, como en casi todos los miedos, es afrontarlo. En pequeñas dosis al principio, sin agobios, y haciendo que el niño de sienta un "héroe", que esté orgulloso de lo que consigue pasito a pasito, siempre alabando los logros y siendo el padre o madre el que de la seguridad.
El miedo a la altura, se trata de la misma manera, brindando en pequeñas dosis la posibilidad de superarlo, sin tener prisa por alcanzar resultados.
Comprendido en los llamados "Miedos peligrosos" se encuentra la ansiedad por separación, el miedo a perder a los progenitores, a sentirse abandonado. Es común entre los 6 y los 24 meses, cuando el niño acude por primera vez a la guardería, y en situaciones de separación en las que es conveniente tratar de que el niño entienda que le dejas en un lugar protegido y que tú mismo/a iras a buscarlo al terminar. Nunca debe durar más de los 6 años. En ese caso es recomendable acudir a los especialistas, ya que el grado de autonomía adquirido por el niño sería deficiente.
Si los miedos pasan a un estado más grave, en el que se denominan "Fobias" el niño no puede proseguir con su actividad normal después sufrir un episodio de la misma.
En todos los casos es importante alabar los logros y nunca hacer de menos al que padece un miedo. Cualquier avance debe ser reconocido.

Los comportamientos erróneos. (Malos hábitos)
Tan importante como saber superar los miedos, es no caer en la adquisición de malos hábitos. Los niños no nacen ni buenos ni malos, con lo cual todo lo que hacen es lo que ven, imitan y aprenden. En todo hábito se obtiene un beneficio y es importante identificarlo para saber actuar en consecuencia.
El porqué es a veces complicado de distinguir, aunque importante para la resolución del problema, quizá el comportamiento es una llamada de atención hacia los padres (Rabietas), con lo que es preferible no ceder y explicar las consecuencias de los actos erróneos al niño (Castigos, capacidad de frustración). En ocasiones otros comportamientos son físicos (Chuparse el dedo, tocarse labios y boca compulsivamente...) casi todos ellos relacionados con la necesidad de relajación. En dichos casos, es recomendable distraer la atención sin mencionar el hecho en si. Ofrecer una alternativa para que no se sienta la necesidad del contacto físico determinado.
Estos contactos físicos, derivados o combinados con ansiedad, pueden ser transformados en algo menos agradable. El hábito de morderse las uñas, pellizcarse, rascarse o arañarse, debe ser tratado de la misma manera, desviando la atención y cambiando de tema, siempre sin darle importancia.
Los celos también se incluyen dentro de este tipo y tienen un tratamiento complicado, aunque por supuesto, no imposible.
Para empezar, podemos determinar que son lógicos. Todo ser humano ha sentido celos alguna vez, y en el caso de los niños, se presentan principalmente cuando nacen hermanos o los padres prestan atención a otros niños o pecan de una falta de atención hacia sus hijos.
No hay que dar protagonismo innecesario al niño. No es necesario que sople las velas en el cumpleaños de su hermano/a o que reciba regalos cuando no corresponde. A cada uno hay que tratarlo con cariño, pero separando y enseñando a respetar que los padres no pueden estar todo el tiempo atendiendo sus necesidades o caprichos. Hay que intentar integrar la vida de los hermanos pero usando tiempo con los dos, individualmente y con plena dedicación.
El cariño nunca sobra y es mejor demostrarlo para evitar casos de celo extremo.

De esta manera, casi todos los obstáculos que padres e hijos pueden encontrar en la vida, deben ser solucionados poco a poco, con paciencia, alabando los logros y aprendiendo de los errores, y brindando muchísimo cariño.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Una charla muy interesante. Nos hizo reflexionar sobre nuestros comportamientos en el día a día con nuestros hijos, tratando de mejorar nuestra forma de educar y relacionarnos con ellos, que considero que no es nada fácil y realmente hay momentos y situaciones que nos superan...
Muchas gracias al AMPA por promover este tipo de charlas.

Anónimo dijo...

Una charla muy interesante. Nos hizo reflexionar sobre nuestros comportamientos en el día a día con nuestros hijos, tratando de mejorar nuestra forma de educar y relacionarnos con ellos, que considero que no es nada fácil, habiendo momentos y situaciones que nos superan...
Muchas gracias al AMPA por promover este tipo de charlas.